Hasta ayer, Javier Garcia Fernández era el Director General de Enseñanza Militar.
Este señor – catedrático de Derecho Constitucional para más señas – fue puesto en el cargo para hacer con el Ejército lo que el PSOE ha hecho con el resto de España.
Fruto del experimento social puesto en marcha por el hipócrita manchego y rematado por la aspirante separatista a jefe de la oposición, hemos visto ponerse en marcha uno de los dislates mas grandes que se han hecho en España y que, como todo lo que afecta a los militares, carece de repercusión en la sociedad. Porque en España, es menester admitirlo, lo que le pase o deje de pasar a los militares le importa a todo el mundo un soberbio carajo.
El dislate al que me refiero es el “nuevo modelo” de formación de oficiales que pone en manos de la Universidad de Zaragoza la responsabilidad de sacar promociones de Tenientes del Ejército de Tierra... algo así como si la Facultad de Medicina de la Complutense pusiese la responsabilidad de hacer médicos en la Escuela de Ingenieros Agrónomos de la UPV.
En este moderno modelo se obliga a los cadetes a estudiar el Grado de Ingeniero Industrial de la Organización Industrial, creando un “Centro Universitario de la Defensa” dependiente de la Universidad de Zaragoza, que imparte ese título con profesores contratados por la Universidad.
A un profano en la materia le parecerá que hacer Ingenieros Industriales en la AGM no es malo... y en eso estoy de acuerdo, malo, lo que se dice malo, no es, pero si lo que queremos es Oficiales del Ejército, lo que tenemos que hacer es dedicarnos a formar Oficiales del Ejército, que para hacer Ingenieros Industriales ya hay en España prestigiosas escuelas dedicadas a ese concreto menester.
Porque un Oficial del Ejército no es un ingeniero vestido de uniforme... es otra cosa.
Este sistema que apesta a “civilizar” a las Fuerzas Armadas (en una época en la que la sociedad civil debería plantearse seriamente imitarlas), hace que unos señores que no tienen ni idea de lo que es un militar ni de la formación y los valores que precisa un soldado, se esmeren en formar Ingenieros Industriales aplicando a estos chicos los criterios que habitualmente se aplican en la Universidad.
Pero nuestros cadetes no llevan la vida de un universitario.
Para empezar un universitario sale por veinte horas de clase a la semana, teniendo el resto del tiempo para estudiar, los cadetes no. Nuestros cadetes se levantan a las seis y media de la mañana y hasta las cinco o seis de la tarde van con la lengua fuera de una actividad a otra... por cierto, los sábados por la mañana también tienen actividades militares, de modo que el fin de semana de un cadete empieza el sábado a la hora de comer y termina el domingo por la noche.
En la mayor parte de las carreras, los universitarios cuentan con un día lectivo en el que no van a clase para poder dedicarse al estudio, nuestros cadetes, si pueden sacar dos o tres horas de estudio al día, se pueden dar con un canto en los dientes.
Los universitarios no están obligados a mantener una forma física excepcional dedicando al menos una hora diaria al deporte y unas cuantas horas a la semana a desfilar, o a hacer “marchas topográficas” por el secarral de San Gregorio con treinta kilos de equipo encima.
Los universitarios no tienen que limpiar sus camaretas y su equipo durante su tiempo libre... a ellos nadie les pasa revista y los arresta porque los zapatos no están limpios, ni hacen guardias, cuarteles o imaginarias.
A los universitarios, a partir de primero, les dejan matricularse en las asignaturas que les viene en gana, a los cadetes no... pongo un ejemplo: si un cadete repite curso porque ha suspendido cinco asignaturas, se le obliga a matricularse de las cinco que ha suspendido y de todas las de segundo curso que hagan falta hasta completar el total máximo de asignaturas estipuladas para un curso... de tal modo que se encuentra en una peor situación que la que estaba en primero. ¿Que importancia tiene esto?, pues muy sencillo, que si tras cuatro convocatorias no apruebas una asignatura, te echan a la calle (en algunas universidades el tope de convocatorias son seis)... en la vida civil, cuando un estudiante se atasca con una asignatura y quiere asegurar el aprobado, se matricula de menos asignaturas ese año y le dedica a la asignatura difícil mas tiempo... a nuestros cadetes no se les da esa oportunidad.
Esto se está traduciendo en un enorme numero de suspensos y en unas tasas de repetidores que no se habían visto nunca en la AGM.
Ahora, a final de curso, veremos como muchachos que llevan dos años dejándose el pellejo para servir a España se tienen que volver a casa porque no han aprobado “Fundamentos de Administración de Empresas”... asignatura que –parece ser– es imprescindible para mandar una Sección de Operaciones Especiales.
Y estas cosas ¿porqué las hacen?, se preguntará usted.
Yo se lo explico. Estas cosas se hacen porque cada año tienen que salir por la puerta de las academias militares un centenar de tenientes. En caso de que no se cubra este cupo, podemos encontrarnos con un déficit de capitanes dentro de cinco o seis años y de comandantes dentro de quince.
Originalmente se pensó en coger un ciento cincuenta por ciento de aspirantes para asumir las bajas que se pudiesen ir produciendo, pero en la realidad, a día de hoy, la promoción que está en segundo ya no cubre las plazas... se han producido muchas bajas de chicos que no aguantan el ritmo, ha habido un numero enorme de repetidores, y de éstos, muchos han pedido la baja para no tener que someterse otra vez a este despropósito.
Para completar esta promoción que ya es deficitaria, nuestras mentes pensantes han llegado a la solución ideal: convocar plazas al final de la carrera, es decir, permitir a licenciados por diversas universidades que accedan a la Carrera Militar pasando un año escaso por los Centros de Formación del Ejército.
Desangramos a nuestros cadetes durante cuatro años haciéndoles estudiar una Ingeniería en condiciones adversas y a los que sobrevivan les ponemos un licenciado en Económicas por la Alfonso X el Sabio de compañero de promoción... ¡impresionante!.
Para mas INRI, esa teoría se basa en que un señor que tenga un Grado en Ingeniería – por poner un ejemplo – va a contemplar con buenos ojos formar parte de una profesión llena de sacrificios, con un sueldo miserable, en la que jugarse la vida forma parte del modus vivendi.
Ni que decir tiene que a los profesores del Centro Universitario de la Defensa, civiles todos ellos, lo de servir a España con las armas les suena a chino mandarín, y que contemplan a nuestros cadetes con los prejuicios que cualquiera que haya pasado por nuestras universidades suele tener... y eso se nota en el trato que dispensan a los cadetes, trato que en sus facultades no se atreverían a dar a los alumnos por aquello de que en la universidad el alumno califica al profesor... y porque en cualquier momento, una docena de universitarios de a pie, les pueden montar un numerito de “indignados” al salir de clase y hacerles pasar un mal rato, algo que nuestros disciplinados cadetes nunca van a hacer.
Para muestra baste la anécdota de que este año –por lo visto– pillaron a un cadete durante el examen de Química de primero con uno de los problemas del examen en su poder. (El cadete se había hecho con el problema por un despiste de uno de los profesores de la asignatura... nadie piense que había asaltado el claustro para reventar el ordenador del departamento). Pues bien, la reacción del profesorado fue hacer repetir el examen a toda la promoción... poniendo un examen mas difícil que el primero, imagino que para dar un escarmiento. Durante ese segundo examen sólo les faltó cachear a los cadetes al entrar en clase... las normas que impusieron para evitar el fraude fueron tales que rozaban la indignidad, incapaces, supongo, de sobreponerse a sus prejuicios. Un encanto.
Aquellos cadetes que tras un año de agotador esfuerzo pidieron la baja por verse incapaces de repetir un curso en estas condiciones, se han encontrado con que en las Escuelas de Ingeniería de otras universidades no les convalidan las asignaturas aprobadas... ¡esto mejora por momentos!
Es razonable pensar que estos muchachos ingresaron en la AGM para ser militares, no para ser ingenieros... cabe pensar, asimismo, que cuando terminen su carrera querrán vivir su vocación. ¿Qué sentido tiene darles un título que no van a ejercer?... porque cuando tras diez años de ejercicio de la profesión Militar en unidades de Infantería o Caballería decidan irse a la calle ¿servirá para algo ese título? ¿de verdad piensa alguien que una empresa va a contratar a un Ingeniero que hace diez años estudió su carrera, y no la ha ejercido nunca?
¿Se han vuelto todos locos?
Y cuando lleguen a las unidades... ¿estarán capacitados para ejercer su profesión?, porque integrales triples sabrán hacer y de resistencia de materiales sabrán un montón, pero para conducir hombres a una muerte probable ¿tendrán conocimientos?
Señor ministro... cambie usted esto y hágale un favor a España y a esos cadetes por los que –según parece– nadie vela.
Fdo. Militar anónimo
Este señor – catedrático de Derecho Constitucional para más señas – fue puesto en el cargo para hacer con el Ejército lo que el PSOE ha hecho con el resto de España.
Fruto del experimento social puesto en marcha por el hipócrita manchego y rematado por la aspirante separatista a jefe de la oposición, hemos visto ponerse en marcha uno de los dislates mas grandes que se han hecho en España y que, como todo lo que afecta a los militares, carece de repercusión en la sociedad. Porque en España, es menester admitirlo, lo que le pase o deje de pasar a los militares le importa a todo el mundo un soberbio carajo.
El dislate al que me refiero es el “nuevo modelo” de formación de oficiales que pone en manos de la Universidad de Zaragoza la responsabilidad de sacar promociones de Tenientes del Ejército de Tierra... algo así como si la Facultad de Medicina de la Complutense pusiese la responsabilidad de hacer médicos en la Escuela de Ingenieros Agrónomos de la UPV.
En este moderno modelo se obliga a los cadetes a estudiar el Grado de Ingeniero Industrial de la Organización Industrial, creando un “Centro Universitario de la Defensa” dependiente de la Universidad de Zaragoza, que imparte ese título con profesores contratados por la Universidad.
A un profano en la materia le parecerá que hacer Ingenieros Industriales en la AGM no es malo... y en eso estoy de acuerdo, malo, lo que se dice malo, no es, pero si lo que queremos es Oficiales del Ejército, lo que tenemos que hacer es dedicarnos a formar Oficiales del Ejército, que para hacer Ingenieros Industriales ya hay en España prestigiosas escuelas dedicadas a ese concreto menester.
Porque un Oficial del Ejército no es un ingeniero vestido de uniforme... es otra cosa.
Este sistema que apesta a “civilizar” a las Fuerzas Armadas (en una época en la que la sociedad civil debería plantearse seriamente imitarlas), hace que unos señores que no tienen ni idea de lo que es un militar ni de la formación y los valores que precisa un soldado, se esmeren en formar Ingenieros Industriales aplicando a estos chicos los criterios que habitualmente se aplican en la Universidad.
Pero nuestros cadetes no llevan la vida de un universitario.
Para empezar un universitario sale por veinte horas de clase a la semana, teniendo el resto del tiempo para estudiar, los cadetes no. Nuestros cadetes se levantan a las seis y media de la mañana y hasta las cinco o seis de la tarde van con la lengua fuera de una actividad a otra... por cierto, los sábados por la mañana también tienen actividades militares, de modo que el fin de semana de un cadete empieza el sábado a la hora de comer y termina el domingo por la noche.
En la mayor parte de las carreras, los universitarios cuentan con un día lectivo en el que no van a clase para poder dedicarse al estudio, nuestros cadetes, si pueden sacar dos o tres horas de estudio al día, se pueden dar con un canto en los dientes.
Los universitarios no están obligados a mantener una forma física excepcional dedicando al menos una hora diaria al deporte y unas cuantas horas a la semana a desfilar, o a hacer “marchas topográficas” por el secarral de San Gregorio con treinta kilos de equipo encima.
Los universitarios no tienen que limpiar sus camaretas y su equipo durante su tiempo libre... a ellos nadie les pasa revista y los arresta porque los zapatos no están limpios, ni hacen guardias, cuarteles o imaginarias.
A los universitarios, a partir de primero, les dejan matricularse en las asignaturas que les viene en gana, a los cadetes no... pongo un ejemplo: si un cadete repite curso porque ha suspendido cinco asignaturas, se le obliga a matricularse de las cinco que ha suspendido y de todas las de segundo curso que hagan falta hasta completar el total máximo de asignaturas estipuladas para un curso... de tal modo que se encuentra en una peor situación que la que estaba en primero. ¿Que importancia tiene esto?, pues muy sencillo, que si tras cuatro convocatorias no apruebas una asignatura, te echan a la calle (en algunas universidades el tope de convocatorias son seis)... en la vida civil, cuando un estudiante se atasca con una asignatura y quiere asegurar el aprobado, se matricula de menos asignaturas ese año y le dedica a la asignatura difícil mas tiempo... a nuestros cadetes no se les da esa oportunidad.
Esto se está traduciendo en un enorme numero de suspensos y en unas tasas de repetidores que no se habían visto nunca en la AGM.
Ahora, a final de curso, veremos como muchachos que llevan dos años dejándose el pellejo para servir a España se tienen que volver a casa porque no han aprobado “Fundamentos de Administración de Empresas”... asignatura que –parece ser– es imprescindible para mandar una Sección de Operaciones Especiales.
Y estas cosas ¿porqué las hacen?, se preguntará usted.
Yo se lo explico. Estas cosas se hacen porque cada año tienen que salir por la puerta de las academias militares un centenar de tenientes. En caso de que no se cubra este cupo, podemos encontrarnos con un déficit de capitanes dentro de cinco o seis años y de comandantes dentro de quince.
Originalmente se pensó en coger un ciento cincuenta por ciento de aspirantes para asumir las bajas que se pudiesen ir produciendo, pero en la realidad, a día de hoy, la promoción que está en segundo ya no cubre las plazas... se han producido muchas bajas de chicos que no aguantan el ritmo, ha habido un numero enorme de repetidores, y de éstos, muchos han pedido la baja para no tener que someterse otra vez a este despropósito.
Para completar esta promoción que ya es deficitaria, nuestras mentes pensantes han llegado a la solución ideal: convocar plazas al final de la carrera, es decir, permitir a licenciados por diversas universidades que accedan a la Carrera Militar pasando un año escaso por los Centros de Formación del Ejército.
Desangramos a nuestros cadetes durante cuatro años haciéndoles estudiar una Ingeniería en condiciones adversas y a los que sobrevivan les ponemos un licenciado en Económicas por la Alfonso X el Sabio de compañero de promoción... ¡impresionante!.
Para mas INRI, esa teoría se basa en que un señor que tenga un Grado en Ingeniería – por poner un ejemplo – va a contemplar con buenos ojos formar parte de una profesión llena de sacrificios, con un sueldo miserable, en la que jugarse la vida forma parte del modus vivendi.
Ni que decir tiene que a los profesores del Centro Universitario de la Defensa, civiles todos ellos, lo de servir a España con las armas les suena a chino mandarín, y que contemplan a nuestros cadetes con los prejuicios que cualquiera que haya pasado por nuestras universidades suele tener... y eso se nota en el trato que dispensan a los cadetes, trato que en sus facultades no se atreverían a dar a los alumnos por aquello de que en la universidad el alumno califica al profesor... y porque en cualquier momento, una docena de universitarios de a pie, les pueden montar un numerito de “indignados” al salir de clase y hacerles pasar un mal rato, algo que nuestros disciplinados cadetes nunca van a hacer.
Para muestra baste la anécdota de que este año –por lo visto– pillaron a un cadete durante el examen de Química de primero con uno de los problemas del examen en su poder. (El cadete se había hecho con el problema por un despiste de uno de los profesores de la asignatura... nadie piense que había asaltado el claustro para reventar el ordenador del departamento). Pues bien, la reacción del profesorado fue hacer repetir el examen a toda la promoción... poniendo un examen mas difícil que el primero, imagino que para dar un escarmiento. Durante ese segundo examen sólo les faltó cachear a los cadetes al entrar en clase... las normas que impusieron para evitar el fraude fueron tales que rozaban la indignidad, incapaces, supongo, de sobreponerse a sus prejuicios. Un encanto.
Aquellos cadetes que tras un año de agotador esfuerzo pidieron la baja por verse incapaces de repetir un curso en estas condiciones, se han encontrado con que en las Escuelas de Ingeniería de otras universidades no les convalidan las asignaturas aprobadas... ¡esto mejora por momentos!
Es razonable pensar que estos muchachos ingresaron en la AGM para ser militares, no para ser ingenieros... cabe pensar, asimismo, que cuando terminen su carrera querrán vivir su vocación. ¿Qué sentido tiene darles un título que no van a ejercer?... porque cuando tras diez años de ejercicio de la profesión Militar en unidades de Infantería o Caballería decidan irse a la calle ¿servirá para algo ese título? ¿de verdad piensa alguien que una empresa va a contratar a un Ingeniero que hace diez años estudió su carrera, y no la ha ejercido nunca?
¿Se han vuelto todos locos?
Y cuando lleguen a las unidades... ¿estarán capacitados para ejercer su profesión?, porque integrales triples sabrán hacer y de resistencia de materiales sabrán un montón, pero para conducir hombres a una muerte probable ¿tendrán conocimientos?
Señor ministro... cambie usted esto y hágale un favor a España y a esos cadetes por los que –según parece– nadie vela.
Fdo. Militar anónimo
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