Hoy me gustaría publicar este texto con el que da comienzo la película "Red de Mentiras", ya que resulta ser especialmente esclarecedor. Su autor es el editorialista del Washington Post, David Ignatius, uno de los mejores expertos en servicios de inteligencia:
"¿Deberíamos estar ahí o no?, da igual cual sea la respuesta, porque estamos ahí, estamos cansados y no vemos el final. Ni siquiera podemos consolarnos pensando que nuestro enemigo está tan cansado como nosotros, porque no lo está. Es una falacia eso de que una guerra prolongada debilita al enemigo ocupado. Lo más probable es que el enemigo se fortalezca, se acostumbre a la privación, se adapte y responda en consecuencia; todo ello sobre el escenario de operaciones. Mientras en nuestros países, cada muerte, hace que la opinión pública pase rápidamente de estar a favor de la intervención, a estar en contra y de ahí a ser completamente hostil. La gente está harta de guardar minutos de silencio, quiere oír que todo esto se ha acabado.
A pesar de que hemos incrementado sensiblemente nuestra intensidad operativa, por más que caigan elementos como Bin Laden, parece que en realidad no se produce ningún progreso.
Nos enfrentamos a una conflagración global en potencia. Para sofocarla hay que aplicar una diligencia constante".
Verán, nuestro enemigo se ha percatado que se enfrenta a individuos del futuro; eso es tan brillante como irritante. Si uno vive en el pasado y se comporta como en el pasado, a la gente del futuro le resulta difícil encontrarlo. Se tira el teléfono móvil, no se mandan e-mails. Se dan las instrucciones cara a cara, mano a mano; se da la espalda a la tecnología y se desaparece entre la multitud, sin banderas ni uniformes.
Nosotros, los del futuro, somos unos 'pisahormigas' y miramos hacia abajo, de un lado a otro, y nos preguntamos ¿Contra quién mierda luchamos? En una situación como ésta, nuestros amigos visten igual que nuestros enemigos y, nuestros enemigos visten igual que nuestros amigos.
Y lo que quiero que entiendan es que, esa gente no quiere negociar, en absoluto, quieren que el califato universal se instaure en toda la faz de la tierra y quieren a los infieles convertidos o muertos.
Así pues, lo que ha cambiado es que nuestro enemigo, supuestamente nada sofisticado ha descubierto la verdad objetiva y nada sofisticada: somos un blanco fácil y poner fin a nuestro mundo es mucho más simple de lo que parece. Si le quitamos el pie de la garganta a este enemigo un sólo minuto, nuestro mundo puede cambiar por completo".
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