A
pie y sin un ochavo en los bolsillos, calados hasta los huesos y con el
estomago frío; en la vista una nube de hielo y en el dedo que oprime el
gatillo un sabañón.
El
día 8 de Diciembre hace frío, mucho frío, pero nunca bastante para
frenar a la Infantería, que con un trajecito de dril, derrite la nieve
de los montes y la escarcha de los ríos difíciles y el hielo que oprime
los corazones en desgracia.
Ningún
oficio mas bonito que el de capitán de infantería, artesano del valor
heroico, orfebre del valor estoico, que va a pie donde lo mandan con sus
hombres detrás, y que a veces se queda en el camino con una bala “! Con
que facilidad, Dios mío! “que le para los pulsos del corazón.
La
guerra no es triste, porque levanta las almas. La guerra no es triste
porque nos enseña que fuera de la Bandera, nada, ni aún la vida,
importa.
La
Infantería es la guerra a pie firme, la guerra cara a cara, la vida
jugada a cara y cruz de la victoria y la muerte. La infantería es la
guerra a cuerpo limpio, y el infante lidiador que lleva el espíritu
armado de un estoque de fuego, como un arcángel de estrellas en la
bocamanga.
La Infantería no es la materia, es el ligero y tenue soplo que vivifica.
La Infantería no es la masa, es la compañía.
La
Infantería no es, a veces, ni el concierto; es siempre la canción
arrebatada del solitario centinela, que canta para que el Cabo de
Guardia sepa que esta vivo.
Quien
no haya sido soldado de Infantería quizá ignore que cuando el hombre se
cansa, aún le faltan muchas horas y muchas leguas para cansarse. Porque
el secreto de la Infantería, (nosotros estamos hablando naturalmente de
la Infantería Española, la de las cornetas en el cuello de la guerrera)
es el de sacar fuerzas de flaqueza y hacer de tripas corazón. Que nunca
mas noble fin tuvieron, ni nada mejor pudieron servir.
Quien
no haya sido soldado de Infantería que cuando el hombre se lanza,
cuando al hombre se le calienta la sangre, lo mas difícil es pararlo y
enfriarlo. Porque el otro secreto de la Infantería es el de calentar el
aire con la mirada y darse cuenta de que la batalla terminó cuando el
soldado crema que estaba empezando. Que nunca mejores temples se
conocieron ni en más gallardo menester se emplearon.
Quien no haya sido soldado de Infantería quizá ignore lo que es sentirse amo del mundo a pie y sin dinero.
A
pie paseamos por donde quisimos, porque el que no va a pie, no se
entera y os lo dice un vagabundo. Y sin dinero izamos nuestra Bandera
donde nos dio la gana y donde nos mandaron, porque la victoria no es
algo que se compra sino que se conquista y os lo dice un pobre.
Ningún
oficio más bello que el de infante, que lleva su casa a cuestas como el
caracol y se pelea porque no admite jaques; como el león y como el
gallo y como el toro. Sin medir las fuerzas (que no fuera noble
presentar las batallas ganadas) y sin mirar atrás porque detrás no hay
nada, absolutamente nada.
Con el frío del 8 de Diciembre se calienta nuestro corazón al pensar, como a una novia a la que quisiésemos, en la Infantería.
Resuenan
pífanos marciales y aún nupciales en la última y más profunda revuelta
de nuestros oídos y aún se estremece, gracias a Dios, ese ultimo nervio
que en los cuerpos de los bien nacidos se guarda, como oro en paño, para
que vibre en las ocasiones solemnes.
No hay comentarios :
Publicar un comentario