Se tiene noticia de una primera edificación en el siglo XVI que donó don Gaspar de Quiroga, Cardenal de Toledo, al Rey Felipe II, con ocasión del traslado de la corte desde Valladolid a la Villa de Madrid. Posteriormente, residió en él la Emperatriz María de Austria, madre de Ana de Austria, esposa del Rey.
Fue cedido más tarde al Rey Felipe III, que se lo vendió a don Diego de Silva y Mendoza, Duque de Francavilla, cuya familia y herederos lo habitaron.
Posteriormente, fue comprado por la Congregación de San Ignacio de Loyola con el propósito de convertirlo en colegio, pero no pudiendo hacer frente a los gastos tuvieron que vender primero parte y después todo el recinto a don Cenon de Somodevilla y Bengoechea, Marqués de la Ensenada, primer militar inquilino de Palacio y promotor de las Ordenanzas generales de los cuerpos de la Armada.
De nuevo pasó a la Casa Real al adquirirlo la Reina Isabel de Farnesio, que lo disfrutó hasta su muerte. Posteriormente lo adquirió el duodécimo Duque de Alba don Fernando de Silva y Álvarez de Toledo, que encargó los planos de un nuevo Palacio a Ventura Rodríguez. No sería éste, sino don Pedro Arnal, el encargado de llevar a cabo las obras. Hereda la propiedad la Duquesa Cayetana, hija del Duque que, no teniendo buenas relaciones con su familia, dona el Palacio y enseres a sus criados y amigos íntimos.
Al no poder hacer frente a los gastos, es adquirido por el Ayuntamiento de Madrid y ofrecido al General Godoy. Desterrado éste tras el motín de Aranjuez, el 17 de Marzo de 1808, sufre el saqueo de sus bienes, excepto el palacio de Buenavista, que fue preservado de los saqueadores por haber quedado bajo la protección del Consejo de Castilla.
Tras un intento de convertirlo en museo, pasó al Ramo de Guerra por las gestiones que realizó el Almirante don Luis María de Salazar, que consiguió su cesión para Real Museo de Artillería e Ingenieros y Parque de Artillería.
Nombrado el General Espartero regente del Reino, fijó su residencia en el Palacio, hasta su destierro dos años más tarde, en 1847.
Este mismo año, tras sufrir un incendio el ministerio de la Guerra (lo que hoy en día es el Cuartel General de la Armada), se decide trasladar la sede de éste al Palacio de Buenavista.
En 1860 se construyen las alas que cerraban el patio grande de Palacio quedando tal y como ahora le contemplamos.
Entre sus ilustres ocupantes, cabe citar al General Prim, principal impulsor de Amadeo I de Saboya como Rey de España tras la caída de la Reina Isabel II. Tras el atentado que sufrió el 27 de diciembre de 1870 cuando regresaba de las Cortes, fallecería poco después en los aposentos del Palacio.
Con el advenimiento de la I República se continuó utilizando el Palacio como Ministerio de la Guerra, y desde aquí se dirigieron las guerras de Cuba, la Cantonal y la Carlista.
Con el General Primo de Rivera, otro de sus inquilinos, pasó a llamarse Ministerio del Ejército. También residió aquí don Manuel Azaña siendo Ministro de la Guerra, antes de alcanzar la Presidencia de la II República.
La última reforma importante fue realizada en 1939 siendo Ministro del Ejército el General Varela. Se levantó un piso más y se colocó un frontis nuevo en la fachada principal de cara a la calle de Alcalá, obra del escultor Aniceto Marinas.
Con la creación del Ministerio de Defensa, en 1977, que agrupó a los tres Ejércitos, Tierra, Armada y Aire, el Palacio de Buenavista quedó como sede del Cuartel General del Ejército de Tierra.
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