11 nov 2008

Valientes y cobardes


DAVID JIMÉNEZ desde Bangkok
11 de noviembre de 2008.- Recuerdo la noche que llegaron los primeros soldados españoles a Afganistán por el frío que hacía. Era enero de 2002 y el termómetro marcaba 18 grados bajo cero. Nadie había preparado su llegada y las tropas durmieron hacinadas en la sala de motores del aire acondicionado del aeropuerto de Kabul. Fue el comienzo de una aventura en la que los Gobiernos del PP y PSOE iban a prostituir las prioridades de la misión, conscientes de que el resto seríamos cómplices silenciosos y sólo nos acordaríamos de los soldados cuando llegara una noticia urgente anunciando una nueva baja.
El bienestar, la seguridad y el éxito de las tropas han sido desde entonces sacrificados por la seguridad política de quienes han tomado la decisión de enviarlos en primer lugar. No valen aquí trincheras políticas: no hay distinción en la vergonzosa actitud que los políticos que hoy se llenan la boca con pésames grandilocuentes han mostrado ante los efectivos desplegados en Afganistán.
El gobierno de José María Aznar se olvidó de ellos para centrarse en la aventura iraquí, reduciendo el contingente hasta los 126 abandonados y mal equipados efectivos que dejó en el país antes de abandonar el Gobierno en 2004. Los soldados que me encontré aquel año recibían provisiones sólo una vez cada 15 días, para comer productos frescos debían mendigarlos a contingentes de otros países y llevaban meses viajando de regreso a España en aviones inseguros contratados para ahorrarse un poco de dinero. 62 militares murieron en un avion Yakovlev 42 que no logró volar más allá de Turquía.
Los compañeros de las víctimas del Yakovlev, lejos de venirse abajo, lloraron su pérdida y se conjuraron para acabar la misión en nombre de los caídos. Muchos no sospechaban hasta qué punto su objetivo iba a ser obstaculizado no ya por los talibán, sino por políticos cómodamente instalados en despachos de Madrid.
Llegó Zapatero al Gobierno, retiro las tropas de Iraq y la presión de EEUU le obligó a reforzar el contingente en Afganistán en contra de lo que le pedían cuerpo, mente y coherencia política. El objetivo ha sido desde entonces engañar a los españoles para tratar de hacerles creer que nuestros soldados se encuentran en Herat repartiendo caramelos entre los niños. La obsesión ha sido que no haya bajas que recuerden que el país vive una guerra y que nosotros combatimos en ella. El resultado ha sido la imposición de una política de 'riesgo cero' que ha obligado a los soldados a permanecer gran parte del tiempo encerrados en su base, reducir su contacto con la población local -aumentando el recelo mutuo- y permitir que los talibán resurjan en una zona donde antes no operaban. Y todo acompañado de la imposición de una censura intolerable que impide a los soldados hablar con libertad de su situación y a sus mandos decir lo que realmente piensan. Esto es: que NECESITAN REFUERZOS.


Es una pena, porque la misión en Afganistán merece la pena. El país ha vivido décadas de guerra y una brutal dictadura islámica que anuló a millones de mujeres y niñas. Los atentados del 11-S contra EEUU fueron organizados desde territorio afgano y dejar el país en manos de los talibán supondría darle al terrorismo internacional el santuario que busca para llevar a cabo nuevos atentados.
Los soldados españoles, desde aquellos que durmieron en la sala del aeropuerto a 18 grados bajo cero a los que hoy despiden a Ruben Alonso Rios y Juan Andres Suarez Garcia, han tratado de ayudar al pueblo afgano a ponerse de nuevo en pie con una valentía y dedicación a prueba de la inagotable cobardía política de nuestros dos principales partidos políticos. Ni PP ni PSOE se merecen a las tropas destinadas en Afganistán. El resto podríamos hacer algo más por merecerlas y acordarnos de ellas también cuando no están de luto.

EL MUNDO

1 comentario :

Unknown dijo...

Se puede decir mas alto, pero no mas claro.
RGD 11º relevo CECOM HERAT