El 7 de diciembre de 1941 la aviación japonesa atacó por sorpresa la base
naval de Pearl Harbor en Hawaii, donde se concentraba la flota de guerra
norteamericana del Pacífico.
Más de 400 aviones japoneses, acabaron con la vida de 2400 personas y hundieron cerca de 10 barcos, la mitad de las bajas fueron del USS Arizona, cuyos restos continúan en Pearl Harbor.
Un gran numero de marineros murieron bajo el agua, atrapados en sus literas y otras habitaciones en las cubiertas inferiores del buque. Muchos continuan aun bajo el agua ya que las labores de recuperación fueron especialmente arduas, algunos de los buceadores que participaron, se negaron a realizar una segunda inmersión. Paul Stillwell, en su libro “el acorazado Arizona”, dice que...
...Los
buceadores que iban al interior de la Arizona encontraron un lugar
misterioso. A medida que se adentraban en el interior del casco
destrozado, sus movimientos creaban corrientes en la aguas turbias. La
consecuencia era una especie de succión, que en más de una ocasión
acababa con los cadáveres dando en la espalda o en el casco de los
buceadores"
A día de hoy los
supervivientes del USS Arizona tienen el derecho a ser "enterrados"
junto a sus compañeros en el barco una vez fallecen.
Tras ser incinerados, una guardia de honor acompaña a la
familia que porta la urna con los restos del veterano fallecido hasta
el monumento. Una vez allí, tras una escueta
ceremonia, la urna es
entregada a buceadores de la Armada, que se sumergen con ella hasta una
abertura del casco donde la dejan
caer hacia su interior, donde el fallecido reposará para
siempre con sus compañeros.